La primera decisión cultural del Gobierno de Francisco Camps fue la paralización del proyecto de ampliación del IVAM, en concreto de la piel metálica. El consejero de Cultura, Esteban González Pons, quería mostrar los nuevos vientos que corrían. Menos proyectos espectaculares y más escuelas, dijo entonces uno de los consejeros más cercanos a Camps. Sin embargo, el presidente acaba de anunciar la construcción de una imprescindible Esfera Armilar, con un coste superior.
La anunciada racionalización del gasto cultural, que se disparó a cotas muy altas para revestir a Eduardo Zaplana de barniz cultural, se ha traducido en un progresivo arrinconamiento de Consuelo Ciscar, consejera de cultura de facto estos años, en la reducción de proyectos o en la retirada de otros como el teatro helicoidal a escasos kilómetros del Teatro Romano. Ciscar dirige ahora el IVAM en una vuelta de tuerca más en la politización del museo. Camps y González Pons ya protagonizaron un desliz cuando presentaron ellos mismos la compra de obras de Antonio de Felipe, al que el presidente llamó su pintor, para el IVAM.
Al menos en el campo cultural Camps ha podido poner a gente de su confianza, porque en la siempre codiciada televisión, el presidente no se ha atrevido a lanzar el mayor órdago a Zaplana, y a pesar de las críticas del Consell a la ínfima calidad de la programación de Canal 9, sus máximos responsables siguen dirigiendo una cadena que no deja de sangrar al erario público con sus pérdidas. La privatización está paralizada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de junio de 2004