La calidad del desarrollo de un niño depende de que tenga una óptima continuación de rutina y novedad.
Y el verano es la ocasión perfecta para que los niños hagan cosas nuevas, asegura la catedrática de Psicología Evolutiva de la Educación de la Universidad Complutense, María José Díaz-Aguado.
"La rutina es necesaria porque con ella los chicos aprenden a esforzarse, a mantener objetivos, a desarrollar pautas disciplinarias... pero esta rutina se debe mitigar en vacaciones, porque demasiado rutina puede producir aburrimiento, pasividad y apatía", dice.
Así que hay que hacer un parón y añadir cierta dosis de novedad. "Lo nuevo ayuda a despertar inquietudes y aficiones. Te descubre nuevos objetivos. Y las vacaciones son el tiempo ideal
para hacer todas estas cosas", añade.
Las vacaciones son, además, una buena oportunidad para educar en el tiempo libre: en el ocio. Y esto es cada vez más importante. Por dos razones, señala Díaz-Aguado: "La vida de las personas son cada vez más largas, hay más jubilados. Y, durante el año cada vez hay más tiempo libre".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 28 de junio de 2004