El pasado 5 de junio por la tarde, viajaba yo en un tren de Cercanías de Renfe, desde Valencia hacia Sagunto. Justo entre Puçol y Sagunto, alguien avisó al revisor que un individuo que se había bajado en forma precipitada del tren había dejado en el mismo una mochila.
No pude dejar de sorprenderme ante la actitud totalmente despreocupada del revisor que, sonriendo, sólo dijo "hoy con las mochilas hay que tener cuidado", siguiendo su recorrido. Yo misma tuve que decirle a este empleado que tomase alguna medida, dados los hechos del 11-M en Madrid. De no ser por esto, se hubiese hecho caso omiso de esta situación. Además, este señor no se tomó la molestia de advertir a los pasajeros que nadie tocara esa mochila y de hecho, un imprudente la cogió entre sus manos. Me pregunto qué tipo de directivas le imparte Renfe al personal para que éste proceda de un modo tan poco precavido. Yo insisto en que con risitas no se soluciona la posible existencia de una bomba, en cambio con medidas serias sí.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 30 de junio de 2004