El Festival de Aviñón se abre hoy con un espectáculo de calle en el que Hortense Archambault dice hacer "hablar a los habitantes de la ciudad proyectando su imagen y su palabra en los muros de Aviñón". Es el aperitivo festivo a la sucesión de una cuarentena de montajes. En la escena más prestigiosa, la Cour d'Honneur, se sucederán Woyzeck, de Büchner, dirigido por Ostermeier; el Peer Gynt de Ibsen puesto en escena por Patrick Pineau, y Concert, de Rodolphe Burger, una experiencia musical con el pianista Benoît Delbecq, el grupo Meteor Band y los textos de Olivier Cadiot.
En el marco más convencional del teatro municipal, tres grandes nombres: Christopher Marthaler, que presentará Groundings, une variante de l'espoir, la obra sobre Swisair por la que ha sido cesado de su cargo en el ayuntamiento de Zúrich; la Nora o Casa de muñecas de Ibsen reconsiderada por Ostermeier, y un shakespeare -Henri V- puesto en pie por Pippo Delbono.
El cine -La caída de los dioses, de Visconti- inspira a Johan Simmons y Paul Koek "una suerte de Lady Macbeth moderna" mientras que la coreógrafa Sasha Waltz, que codirige la Schabühne de Berlín con Ostermeier, presentará en el mismo patio de instituto Impromptus, sobre música de Schubert.
Sobre el papel, tiene el mayor interés el teatro social de François Bon, que reflexiona sobre los efectos de la mundialización en Daewoo, inquietud compartida por René Pollesch en Pablo au supermarché Plus y por Rodrigo García en La histoire de Ronald, el clown de McDonald's. Dos textos clásicos de Corneille -Andrómaque y L'illusion comique- son material moderno para Luk Perceval o Frédéric Fisbach.
Brecht, Pasolini, Baraheni, Gertrude Stein o Pitigrilli son los escritores en los que se han basado diferentes directores para construir sus montajes, todos ellos marcados por una clara voluntad de inscribirse en el aquí y ahora, por devolverle al espectáculo su dimensión social sin convertirlo en prédica para convencidos.
Para acabar de convencernos de esa intención, el festival organizará debates sobre Europa, su pasado y su futuro, así como instalaciones artísticas sobre el "bastión europeo", a medio camino de la tentación aislacionista del discurso autorreferente y la dispersión mimética.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de julio de 2004