Un polémico veredicto hecho público ayer en Saint Omer (norte de Francia) reconoce la inocencia de siete acusados en un caso de pederastia, seis de los cuales habían permanecido hasta tres años en prisión preventiva. La sentencia condena a otras 10 personas a penas de entre 20 años y 18 meses. El caso de Outreau, en referencia al barrio de donde procedían todos los acusados, ha levantado una gran polvareda.
En el proceso se hizo evidente que el sumario no descansaba sobre prueba alguna y sólo seguía las declaraciones contradictorias de una de las acusadas (una mitómana) y de varios niños, algunos de ellos víctimas de abusos sexuales reales, otros de agresiones presumiblemente inventadas. Si la labor del juez instructor aparece como cuestionable, más aún lo es la de los psicólogos, uno de los cuales, al tiempo que ofrecía sus dictámenes a la justicia, cobraba de una asociación de protección de la infancia maltratada.
El ministro de Justicia, Dominique Perben, manifestó ayer su "compasión" por quienes "han permanecido en prisión varios meses", y dijo "lamentar aquello que no debiera reproducirse". Y ese "aquello" se dibuja en las reformas anunciadas por Perben: la pluralidad de jueces instructores pasará a ser un derecho de los acusados; se pondrá límites a la prisión preventiva más allá de seis meses; y los expertos deberán probar su imparcialidad.
El ministro subrayó que había que reconsiderar la atención prestada a la palabra de los niños víctimas y evitar pasar "de un exceso a otro". Uno de los psicólogos, para disculpar su diagnóstico, insistía ayer en que "no hay que confundir la verdad judicial y la verdad psicológica. El niño cree lo que dice, pero eso no significa que sea cierto". El problema es que uno de los acusados se suicidó hace un año por esa "verdad psicológica". Ayer otro de ellos, definitivamente condenado a 18 meses por agresiones sexuales contra su hijo pese a no haber ni un testimonio fiable contra él, intentó también quitarse la vida con barbitúricos, y varios han perdido tres años, amén de su trabajo, su pareja y muchos de sus bienes.
Sólo contra cuatro de los 18 acusados (uno ya fallecido) hay pruebas materiales suficientes. Las dos parejas cuya práctica pederasta ha sido reconocida son condenadas también por "proxenetismo", cuando el proceso demuestra que no había explotación económica de los niños. Para Le Monde la sentencia es "incomprensible" y muestra una justicia que "paradójicamente aumenta el sentimiento de inseguridad".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de julio de 2004