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Crítica:DANZA

Celos que matan

De Bana mantiene intacta su conexión con la Compañía Nacional de Danza y especialmente con el sistema composicional de Duato, que ha sido su director durante casi diez años. Y claro, eso, todo un decenio, marca y establece, fija una serie de elementos que hacen pensar constantemente en lo precedente. No por ello falta a este bailarín que empieza en el camino coreográfico fuerza, intenciones de llegar a la adultez creativa y a matar al padre, abandonarlo cuando se encuentra senda propia. Las propuestas de Nafas son elegantes, están resueltas con economía formal, buen uso del espacio y una falta notoria de estructura coréutica, de continuidad interior más allá del seguimiento consonante de la música. Pero eso se adquiere con la práctica y la básica, necesaria, intuición del creador. De las tres piezas, digamos que tiene mejor empaque la última, un cuarteto ambicioso que quiere resumir el Otello de Shakespeare. Los cuatro bailarines de Nafas son exquisitos en su interpretación y en su calidad técnica, con personalidades muy acusadas en las que destaca con naturalidad la corporalidad de Patrick de Bana, su ductilidad expresiva y sus matices.

Nafas Dance Company

Caduta libera: Oumou Sangare. Nightsongs: Arvo Pärt y Alberto Iglesias. Tuhmi, un acto irreversible: John Dowland y Jocelyn Pook. Coreografías de Patrick de Bana. Vestuarios: Mercedes Montilla Cano. Luces: Nicolás Fischtel. Centro Cultural de La Villa. Madrid, 14 de julio.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de julio de 2004