Leo en el periódico de hoy que han quitado los adoquines de la calzada del Paseo del Prado: ah, pues muy bien, me digo, qué le vamos a hacer. Sigo leyendo: es que los adoquines obligaban a los coches a reducir la velocidad. Pues vaya motivo, pienso. ¿A qué velocidad hay que circular por el paseo del Prado? ¿A 200 por hora? Si es por eso, podían haber quitado también los semáforos para peatones que hay en ese mismo punto. No sólo obligan a los coches a ir más despacio: les obligan incluso a pararse. Donde sobran adoquines es en el Ayuntamiento.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de julio de 2004