Considero una injustísima exageración que se haya prohibido (no lo estaba los pasados años) a los menores de ocho años la asistencia a los conciertos nocturnos de los Jardines del Alcázar de Sevilla. Bastante difícil resulta hoy en día interesar a los niños por la auténtica cultura para que aún nos lo pongan más cuesta arriba. Mi hijo, por ejemplo, asistió el verano pasado por primera vez y no sólo no dio problemas, sino que se entusiasmó. Este año no podrá ser, y no se por qué tiene él que pagar supuestas culpas ajenas. He asistido a menudo otros años y jamás he presenciado el menor problema provocado por un niño o por un adulto.
Aún están a tiempo de reconsiderar esta, sin duda, no meditada y desafortunada decisión. ¡Soñar es gratis!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de julio de 2004