El más destacado saxofonista de las nuevas generaciones vascas, Gorka Benítez (Bilbao, 1966), es capaz de moverse en los terrenos más dispares manteniendo una perpetua vocación de riesgo y prospección.
1. En los últimos años el nivel de los músicos es altísimo. Los grupos y los proyectos son tan buenos como puedan serlo en cualquier punto de Europa y me atrevería a decir que incluso más. Hay gente muy competitiva y con muchas cosas que decir. Se está creando un jazz muy original y personal.
2. Cuando algo se hace de forma natural siempre es importante. Hay músicos con mucho mérito que están trabajando en ese campo y haciendo cosas sinceras e interesantes. El problema está en que también hay una mayoría que es artificial y se nota que es más una cuestión comercial. Es más fácil salir al extranjero con algo que suene a flamenco, porque todo el mundo lo conoce. Otra cosa es que se diga que eso es el jazz español, con eso ya no comulgo.
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3. Estamos hablando de cultura y precisamente lo que hace falta es que se invierta más en ella. Las instituciones han de tener en cuenta que invertir en cultura no es un negocio. El trabajo artístico ya existe y está al mejor nivel, pero vivimos en un país en el que, por ejemplo, no existen representantes y donde a pesar de que eso empieza a cambiar, el 90% de la programación de los grandes festivales de jazz son grupos extranjeros.
P. Es sus proyectos se mezclan músicos que dirigen también sus propios grupos con quienes colabora de forma asidua. ¿Cree que esa constante colaboración es buena o la dispersión limita la creatividad?
R. No sólo es buena, es absolutamente necesaria, beneficiosa. Entre músicos das y recibes. Uno nunca deja de aprender de proyectos que no son el tuyo. Que te exijan cosas diferentes a las que haces cada día te hace crecer y al final es savia nueva para tu propia música.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de julio de 2004