Los concursantes de Gran Hermano somos todos los que no hemos participado. Nuestra vida es el concurso. Permanecemos en ella más o menos tiempo. Continuamente nos nominan. Pasamos pruebas idiotas. El programa y sus variantes, créanme, es la ficción.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de julio de 2004