El tren expreso que descarriló el jueves en una zona montañosa del noroeste de Turquía, con un resultado de 36 muertos y 81 heridos, circulaba por la nueva línea rápida Estambul-Ankara a 118 kilómetros por hora por un tramo de vía antiguo en el que la velocidad máxima es de 80 kilómetros por hora, según admitió ayer el ministro de Transportes turco, Binali Yildirim.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha anunciado la creación de una comisión de investigación para averiguar las causas del accidente, pero rechazó los llamamientos de la prensa, la oposición y los sindicatos para destituir a los responsables ferroviarios.
Los expertos en transporte han criticado al Gobierno de Ankara por haber puesto en servicio con gran alarde publicitario el pasado junio la nueva línea férrea rápida, con puntas de velocidad de hasta 150 kilómetros por hora, sin modernizar apenas una vetusta red que data de mediados del siglo pasado.
Aunque en un primer momento, después de la tragedia los responsables de los ferrocarriles turcos aseguraron que la velocidad no fue la causa del descarrilamiento, varios pasajeros del expreso aseguraron que apenas podían sostenerse en pie en los pasillos y que el tren vibraba al tomar las curvas.
Tres empleados de la compañía ferroviaria que iban a bordo del tren han sido detenidos para ser interrogados por la policía. El sindicato ferroviario asegura que la compañía autorizaba a circular a 130 kilómetros por hora por la zona del accidente, a pesar de las advertencias de peligro formuladas por los trabajadores.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de julio de 2004