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Crónica:LA CRÓNICA

Como un pez

En la ciudad italiana de Monza, que espero que pronto se hermane con Barcelona, acaban de prohibir la tenencia de peces en peceras. Según leo en la página web de la Federación Metropolitana Milanesa, el alcalde de la localidad, Giampietro Mosca, alega estas razones: "Un pez que está en una pecera tiene una visión distorsionada de la realidad. Además, este tipo de receptáculos generalmente no tienen un filtro y no cuentan con buena oxigenación del agua como los acuarios rectangulares".

El señor Mosca tiene toda la razón. Pero ¿por qué limitar la prohibición al mundo del pescado? ¿Qué pasa con nosotros, los humanos? ¿Vamos a ser menos que los peces de Monza? Para ayudar al alcalde Mosca en su lucha contra la distorsión de la realidad y la falta de oxígeno, le ofrezco, de manera desinteresada, el listado de algunas cosas que deforman la realidad tanto como una pecera y que, según cómo, también provocan la falta de oxígeno, para que proceda también a su prohibición inmediata: las vacaciones, la droga blanda, Michael Moore y George Bush, las gafas, la nueva cocina, los bares con camareros sin camiseta que preparan bebidas divertidas, la droga dura, el amor, el amor con droga, la depilación, las tiendas de enmarcado al instante, la cadena Cope, los champús que alisan el pelo, las tiendas de copias de llaves y reparación de calzado, la tarjeta Visa, los cines Imax, Dalí, las revistas de decoración, la cirugía estética, el wonderbra, los tacones, Urdaci, los anuncios oficiales, los que hacen chistes sobre Urdaci, la muerte, los simuladores de hipotecas, Stephen Hawkins, los prismáticos, la cárcel, la musicoterapia, los libreros, la ropa de invierno, las maquilladoras y las estilistas de la televisión, los anabolizantes, las tiendas paquistaníes en las que se liberan teléfonos móviles, Rocco Sifredi, subir al K-2.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 31 de julio de 2004