Su aire robusto no omite una mirada que recuerda años infantiles, de otro siglo. Mientras respira la tarde en uno de los bancos situados junto a la jaima, Jaume explica que el Fórum no es un acontecimiento tan nuevo y único: le recuerda la Exposición Universal celebrada en Barcelona en 1929, en la que, de la mano de sus abuelos, jugó y corrió cuando vestía pantalón corto.
"Yo tenía ocho años, y de lo que más me acuerdo es de la iluminación de la avenida de Maria Cristina, donde las luces cambiaban de color y todos nos quedábamos extasiados". Este joyero y platero también recuerda la expectación que generó en aquel tiempo la puesta en marcha del tranvía -"el trenecito", lo llama él-, que en su momento creó un encendido debate entre los barceloneses por el excesivo precio del billete. Jaume se ha decidido a visitar el Fórum por su amor a las montañas: le interesan los debates y diálogos sobre la sostenibilidad. "La naturaleza es lo único que tenemos y hay que cuidarlo".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de agosto de 2004