A sus 14 años, Joao confiesa que lleva conduciendo la mitad de su vida. A los siete años su padre le enseñó a manejar el volante y le deja llevar el coche por las calles de Santo Domingo, capital de su país de procedencia, la República Dominicana. Al principio se ponía una almohada debajo del culo y así podía ver más allá del parabrisas de un enorme Mercedes de color rojo.
Ahora ha dado un estirón y las cosas van mejor, porque ya llega a todos los recovecos de los vehículos; "pero aquí no conduzco porque no dejan, sólo lo hago cuando voy para allá a visitar a la familia". Como de mayor quiere imitar a Fernando Alonso y ser piloto de carreras, Joao observa el futuro con detenimiento, y en el Fórum ha tomado buena nota de los coches del futuro que se exhiben bajo la inmensa placa fotovoltaica, y ya ha aprendido que la gasolina se va a acabar y que los bólidos tendrán que buscar otras fuentes de energía, como el hidrógeno o la luz solar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de agosto de 2004