Hace una semana, mi padre se pone malísimo con un dolor insoportable en el vientre. Acude al madrileño hospital La Paz. Los médicos que le asisten, aparte de estar en su mayoría en prácticas, intentan deducir qué tiene probando con medicación indicada para cada diferente dolencia sin obtener resultados positivos. Nos dicen textualmente: "Mire, yo ya no sé qué es". Primero parecía pancreatitis, luego su úlcera, y finalmente: "No podemos tenerle en el box por un simple dolor", pero que no nos preocupáramos, ya que no era nada grave ni que exigiera intervención quirúrgica.
Al día siguiente acudimos a un hospital privado y en cuanto le hicieron una ecografía (la cual no fue hecha en La Paz) le detectaron ipso facto una colecistitis aguda y le extirparon la vesícula, que, según nos comentó el cirujano después, estuvo a punto de originar una peritonitis. Si esto lo lee algún responsable del hospital espero sus disculpas.
En cuanto se recupere pienso poner una denuncia. Las negligencias médicas no se pueden consentir, y si no llevamos a mi padre a otro sitio, quizá no lo podría ni contar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de agosto de 2004