Las gasolineras en poblaciones vecinas a Cataluña donde no se aplica el impuesto con que el Gobierno catalán grava a la gasolina para enjuagar el déficit sanitario no advirtieron ninguna avalancha de automovilistas catalanes dispuestos a hacer unos cuantos kilómetros más para ahorrarse 2,7 céntimos en cada litro.
El aumento fue recibido con resignación, aunque muchos automovilistas consideran que la medida podía haberse aplicado a otro tipo de productos como el alcohol o el tabaco. Más contundente, sin embrago, fue el presidente de la Federación Catalana de Estaciones de Servicios, Manuel Amado, quien denunció que la subida "afectará principalmente a los usuarios" y aseguró que "muchas gasolineras se verán obligadas a cerrar".
Amado criticó "se ha cargado en un producto de primera necesidad".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de agosto de 2004