Señora Aguirre, le pido prudencia, respeto y creo que se llama caridad, esa virtud que consiste en compadecer al que sufre, y no vuelva a zaherir con sus declaraciones a todas las víctimas del atentado del 11-M.
También, y creo que no le será difícil dada su condición de católica, que les pida perdón por su inadmisible comparación con la lotería a las subvenciones que recibirán precisamente por ser víctimas.
Lejos de mi ánimo, desearle a usted esa "lotería", se despide atentamente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de agosto de 2004