La orilla de la playa de la Concha, una piscina natural siempre dispuesta para el refresco, ofrecía ayer esta imagen de hormiguero humano a consecuencia del bochorno estival que, otra vez , se ha instalado en Euskadi. El privilegiado paseo sobre la arena mojada y al frescor del agua salada, una tradición arraigada en esta playa urbana, sustituyó ayer al del asfalto. A mediodía, mientras las calles donostiarras estaban vacías bajo un sol de justicia, la playa se convirtió o en el nuevo Boulevard para el paseo dominguero.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de agosto de 2004