El 1 de agosto de 1944, los ciudadanos de Varsovia se alzaron contra los alemanes; la batalla fue larga, los muertos abundantes y numerosísimos los presos asesinados en campos de concentración. No doy cifras: varían a lo largo de la historia según la nacionalidad y la filiación de los historiadores. El canciller Schröder pidió perdón el domingo: para los polacos, sus depredadores eran alemanes, aparte carné político, como los rusos son rusos comunistas o no. No están seguros de que, dentro de este siglo, los que tengan que pedir perdón sean ellos, y a aquellos héroes de hoy les llamen terroristas, como llamamos ahora a los iraquíes que prosiguen la guerra por esos métodos, y por el de las guerrillas, palabra española internacional que cae en desuso. No sé cómo llaman -aparte de los insultos lógicos y compartibles- los iraquíes a los aviadores de Estados Unidos que mataron en ese mismo domingo a ciudadanos en Faluya, mientras los patriotas iraquíes, para nosotros terroristas, incendiaban iglesias cristianas en el país, subrayando así -por una decisión premeditada de su estado mayor político- el carácter de guerra de religión que tiene para ellos esta guerra sin fin.
Es aquí donde decimos que de ninguna manera tiene que ver con las religiones: unos aseguran que fue por el riesgo de Sadam Husein y sus armas para Occidente, y no callarán nunca su mentira cochina; otros, que por la posesión definitiva del petróleo. Yo creo que es una parte del principio de la guerra de Occidente contra el Tercer Mundo -nombre provisional, útil- para que no se empeñe en comerse lo que nosotros les hemos quitado a lo largo de los siglos. La guerra fría del capitalismo y el comunismo terminó por la caída de éste, y nosotros, los capitalistas -mi banco reirá si me ve incluirme en esa categoría, dado el "menos" habitual en mi saldo- acabamos ahora con los pobres que no tienen la protección de quienes les necesitaban frente a Estados Unidos.
Esta continuación de la guerra contra los pobres no ha empezado aquí: empezó en Yugoslavia hasta que quedó destrozada y apta para futuras anexiones o servidumbres, se alzó en Palestina sobre antiguos rescoldos, sigue en Irak y Afganistán. Y, claro, se recrudeció en Palestina: y las autoridades israelíes se enfurecen si se dice que está haciendo un holocausto ("matanza o masacre de seres humanos") por su derecho de autor de la palabra. Y porque se les compara a los nazis.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 3 de agosto de 2004