A propósito de la columna de Carmelo Encinas Locas me hace tener presente el discurso burgués, conservador y paternalista acerca de la manera más adecuada de pedir mis derechos. Afirma el redactor que es difícil tomarse en serio las reivindicaciones de alguien que para él no es más que un bufón que necesita hacer el chorra, esto es las "locas".
Pues déjeme decirle que mis derechos son incuestionables, me vista y me ponga como quiera. ¿Quién es el que me va a decir cómo debo hacerlo? No hace falta recordar que los negros marchaban vestidos de traje y corbata para descolocar a los blancos, en la II República marchaban delante de las manifestaciones carros llenos de gente desnuda, el movimiento feminista detonó el patrón de la feminidad, en Stonewall quienes salieron a luchar por mis derechos eran travestis, transexuales, drogadictos y chaperos.
Nadie cuestiona el comportamiento de los heterosexuales ante sus derechos adquiridos. Nadie veta los derechos de un heterosexual por el hecho de ser un hooligan ó un cómico que se ríe de mi sexualidad. A mí, además, se me culpabiliza porque hago un flaco favor a la causa. Acaso a un obrero se le cuestionan sus derechos según su apariencia a la hora de reclamarlos? ¿Acaso las mujeres votan porque iban divinas de la muerte en las manifestaciones? ¿Eran las películas de Ozores un impedimento para la causa heterosexual de la ley del divorcio? No.
Mire, yo quiero tener el derecho de poder casarme, heredar, adoptar y de no ser como los demás. ¿O es mucho pedir?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 4 de agosto de 2004