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CARTAS AL DIRECTOR

Incendios

Todos los años, cuando llega la catástrofe, nos acordamos de los deberes que no se han hecho para protegernos del fuego. Admito que es difícil luchar contra los pirómanos, que, al parecer, son la causa mayor del número de incendios.

Admito que pueden ocasionar muchos incendios planificados en los momentos que más daño pueden hacer. Un pirómano o con un descuido se pueden quemar 20, 50 o 100 hectáreas.

Pero ¿cómo es posible que se calcinen 24.000 hectáreas? ¿Dónde están los cortafuegos? ¿No están proyectados para situaciones meteorológicas límites? ¿Tal vez su mal mantenimiento los hace inútiles?

No se puede echar la culpa sólo al fatalismo. Mientras asumamos estas catástrofes como normales bajo la sombrilla de las vacaciones playeras, esto no tendrá arreglo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 4 de agosto de 2004