El delantero del Deportivo, Walter Pandiani, ha cumplido estos días uno de sus sueños. No tiene nada que ver con un título ni con un contrato. Simplemente que, como cantaban Alaska y Loquillo, para ser feliz quería un camión. Y lo tiene, una enorme cabeza tractora (de segunda mano, pero que le ha costado casi tanto como los de gran cilindrada que usan sus compañeros). Pandiani lo ha pintado de rojo y decorado con un rifle (su apodo futbolístico), el número siete que lleva en su camiseta y los escudos de sus clubes, el Deportivo y el Peñarol de Montevideo. "Mis primeros pasos fueron al volante de camiones. Mi papá era jefe de alumbrado de la Intendencia de Montevideo y me fue enseñando a manejar. Hace mucho tiempo que teníamos ese sueño, y nunca pensamos que se cumpliría tan lejos de nuestro país", señaló ayer el jugador uruguayo al recibir una placa como miembro de honor de la Asociación de Transportistas de A Coruña. Desde luego, desde hace tiempo, porque Pandiani posee desde hace años el permiso de conducir vehículos pesados, "con lo que nadie corre peligro cuando voy con él a los entrenamientos, ni siquiera los coches de mis compañeros", comentó el jugador que, desde que posee la cabeza tractora, ha convertido su antiguo coche "en suplente, y el camión es el titular". Con todo, el Rifle asegura que no está pensado cambiar de profesión: "El trabajo de camionero es muy pesado, con tantas horas en la carretera. De momento prefiero ser futbolista, pero quedan muchos años, y a lo mejor acabo detrás del volante".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 4 de agosto de 2004