La palabra maharajá suena a lujosos palacios, a diamantes, rubíes y zafiros. Y a aventura de Tintín. Cuenta la leyenda que cada príncipe de Rajasthán tenía un patrimonio de 3 vagones de ferrocarril privados, 4 Rolls-Royce, 6 esposas, 9 elefantes, 11 títulos y 12 hijos. Pero todo eso queda atrás. Aunque por su suntuosa vestimenta Dhennalal parezca un auténtico maharajá del siglo XXI, en realidad es un músico que forma parte de la Jaipur Brass Band, una charanga del Rajasthán que durante el mes de agosto actúa varias veces cada día en el recinto del Fórum. Dhennalal toca la tuba y con su grupo fusiona el folclor tradicional indio, las bandas sonoras de las películas de Bollywood y los ritmos de la música clásica de la zona. Normalmente van acompañados de faquires que tragan sables y de bailarines, pero a Barcelona sólo se han acercado unos pocos de la banda. En todo caso, su música es la de los auténticos señores del desierto del Rajasthán. "Tocamos con instrumentos europeos, pero con feeling indio", resume Dhennalal.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 6 de agosto de 2004