En su mirada está el relámpago de un niño en el instante de morir,
en la mirada de Susan Alí pierde los brazos y las piernas,
Alí pierde a sus padres con ráfagas cargadas de ceniza,
colgado en los escombros, columpiando su dolor en una loca
carrera de mujer, se apaga el resplandor del bombardeo,
el cuerpo desmayado entre las manos de Susan que camina en el vacío
de las calles abatidas de Bagdad, el ladrido tembloroso al extinguirse
el llanto de Sufian, ese otro niño encarcelado que se esconde del verdugo,
Sarajevo entre ruinas, la sombra de Godot, la biblioteca, los jirones
de niebla desangrando los sudarios en viejos hospitales de Tikrit y de Basora.
Se descorre el telón en este hotel con los cuadros de ricos mercaderes,
lámparas y espejos que derraman sus brillos azulados
en el lago donde Hamburgo se sumerge,
aparece reflejado su magnético perfil, contemplo en la vigilia
la máquina gigante de la guerra, la fosa y el alud de los cadáveres, el viejo
ayuntamiento al otro lado, el Rathaus, un pájaro de vidrio
navegando en el fondo de la noche,
los canales que palpitan al calor de los dorados
destellos de las aguas, en la clínica de Kindy Alí tapa su miedo
con sábanas de óxido, refugia su temor en el esmalte
fugaz de aquella lágrima cayendo por los ojos
sin luz de Susan Sontag.
José María Velázquez-Gaztelu (Cádiz, 1942) ha publicado los poemarios Ritos (1971), La ceniza (1967) y Los límites del desierto (Visor. Accésit del Premio Gil de Biedma, 1998).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de agosto de 2004