Los archivos, destinados en principio a guardar sólo documentos, en la desaparecida Unión Soviética sirvieron también para preservar tanto los libros de los poetas prohibidos, las películas que no llegaron a los cines o los guiones que no se convirtieron en filmes. Allí también encontraron refugio los óleos, dibujos y acuarelas de los pintores acusados de "formalismo", que no pertenecían al "arte oficial", que no eran reconocidos por las autoridades o que éstas simplemente eliminaron.
Así se salvaron miles de obras, entre las que hay verdaderas joyas. El Archivo Estatatal de Rusia de Literatura y Arte (AERLA) ha seleccionado 300 obras de su colección de la vanguardia rusa de principios del siglo pasado, que, como testimonia la exposición, es una de las más completas e importantes que existen en Rusia: desde Malévich y Tatlin, pasando por Chagall, El Lisitsky y Ródchenko, hasta Burliuk y Redko, por nombrar sólo a algunos de los más conocidos. En total, AERLA ha procesado más de 2.000 obras.
Una de las perlas del AERLA es el álbum del poeta futurista Alexéi Kruchenij, con autógrafos y dibujos de Marc Chagall
Una de las perlas del AERLA es el álbum de poeta futurista Alexéi Kruchenij, con autógrafos y dibujos Chagall, o los rayonistas Goncharova y Lariónov. Pero la más valiosa colección seguramente son las obras de Vladímir Tatlin, el padre del constructivismo y gran opositor del suprematismo creado por Kazimir Malévich. A partir de la segunda mitad de los años veinte del siglo pasado, la obra de Tatlin se topa con el rechazo y la oposición de las autoridades: sus proyectos no se realizaban, las piezas de teatro con sus decoraciones no se montaban, los originales de las ilustraciones de libros se perdían en las editoriales. Los dibujos y óleos dejados en su taller estaban condenados a desaparecer después de su muerte, acaecida en 1953. Afortunadamente, su amiga la escultora Sara Lébedeva -conocida por su bajorrelieve de la tumba del premio Nobel de Literatura Borís Paternak-, salvó el legado de Tatlin al entregar las obras al AERLA. Ahora la colección de Tatlin del archivo sólo es comparable a la del Museo Ruso de San Petersburgo: dibujos de la primera mitad de los años diez del siglo pasado y óleos prácticamente desconocidos pintados entre 1910 y la década de los treinta.
Otra importante colección es la de dibujos de Robert Falk, pintor que participó en todas las célebres muestras rusas de principios del siglo pasado -El mundo del arte, Jota de diamantes...- y expuso en París y Venecia. Su viuda entregó al AERLA más de cien dibujos y una pequeña cantidad de estupendos estudios. La tercera colección monográfica es la del ya citado Kliment Redko, que desarrolló una síntesis de cubismo, suprematismo y constructivismo.
Los organizadores de esta rara muestra decidieron ampliar los marcos de la vanguardia y exponen también una serie de dibujos (estudios para espectáculos) del famoso cineasta Serguéi Eisenstein e incluso las acuarelas del magnífico actor Mikhail Chekhov.
Pero no sólo los archivos sirvieron de refugio a la vanguardia rusa, que se convirtió en la cenicienta de las artes tras el triunfo y consagración por Stalin del realismo socialista. Para salvar las obras de arte de los pintores prohibidos o perseguidos, los amantes de los museos centrales distribuyeron gran parte de las obras de la vanguardia entre los museos provinciales, lejos de la capital y de Leningrado. Una de las más ricas y valiosas colecciones de los movimientos pictóricos rusos de principios del siglo pasado está en el Museo de Omsk, ciudad siberiana que ha traído sus tesoros a la Tretiakov moscovita. Siete óleos de Alexej Jawlenskij tiene el museo, la conocida pintura de Kandinski Murnau, estudio con iglesia, de 1908, más óleos de la Goncharova, Lariónov, Lentúlov y muchos otros.
Al convertirse en centro de las artes de Siberia en plena guerra civil, Omsk dio al arte una serie de talentosos pintores de vanguardia. La gira del pintor y poeta David Burliuk, en 1919, con sus conferencias sobre artes plásticas y literatura, fue un verdadero catalizador. Así, Víktor Ufímtsev, cabeza de fila de los artistas de Osmk, escribió en sus memorias después de oír a Burliuk: "De la velada salí convertido en futurista".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 9 de agosto de 2004