Las fiestas de Vitoria acabaron ayer y con ellas también concluyeron las andanzas de los blusas. Los seis días de juerga que ha vivido la capital alavesa terminan por agotar hasta a los profesionales de la diversión, como este blusa que aprovecha un momento de tranquilidad para dormir y soñar como si fuera un angelito, con alas y todo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 10 de agosto de 2004