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Crítica:FLAMENCO

Un brillante espectáculo de Lorca

El Romancero gitano lorquiano nunca había sido llevado a un escenario. Nos enteramos ahora y no deja de sorprendernos, habida cuenta de la enorme popularidad del mismo y la cantidad de literatura que esta obra generó a su vez. Y, sobre todo, de la belleza y la potencia que esos versos tienen objetivamente por sí mismos, en una obra que Lorca realizó, puede decirse que, en estado de gracia. Más ese gitanismo apasionado que impregna todo el texto. Se estaban dando, pues, todos los requisitos para que un hombre de teatro como Paco Suárez se enamorara del empeño. Gitano él, a quien hemos conocido siempre en ambiciosos proyectos teatrales de connotaciones clásicas y haciendo bandera del orgullo racial, en el Romancero ha tenido una materia prima exquisita para sus fines.

Romancero Gitano, de García Lorca

Dramaturgia dirigida por Francisco Suárez. Intérpretes: Florencio Campo, Claudia Faci, Inge Martín, Kalian Jiménez, Isaac y Nino de los Reyes, Alegría Suárez, Daniel Doña, José Maya. Cante: Aurora Losada, Juan de Pura, Simón Román. Guitarras: Juan Antonio Suárez y Nino Rey. Piano: Pablo Suárez. Percusión: Daniel Suárez Sena. Teatro Español, Madrid, 11 de agosto .

Suárez ha trabajado el texto lorquiano a conciencia, buscando concretar lo que llevaría al escenario en unas cuantas escenas que él llama ceremonia, en un intento más, pienso, de dar al todo un carácter de ritual trascendente.

A mi juicio se aproxima bastante a ese objetivo. No conozco toda la obra teatral de Suárez, pero de la que conozco es aquí donde le veo realmente inspirado y coherente. Convierte al propio García Lorca en personaje de la obra y narrador, y a través de él arquitectura un hilo conductor que lleva de una a otra de esas ceremonias armoniosamente, sin violentar en ningún caso los términos. En el camino va creando una densa teoría de belleza, de tensión, de emocionado homenaje, en la que se enhebran versos, músicas, cantes, bailes... En todo ello, como motor imprescindible, la palabra del poeta, con su poder, con su capacidad de fascinación envolvente y decisiva.

Paco Suárez ha contado con unos colaboradores y unos intérpretes que han entendido perfectamente lo que se les pedía. El entusiasmo y la convicción se hacen patentes no sólo en él, sino en cuantos intervienen de algún modo. Hay un derroche de entrega y de buen hacer en todos, flamencos y no flamencos, y esa verdad trasciende y seduce a la audiencia. Casi dos horas de representación ininterrumpida son recibidas en absoluto silencio, con respeto, con emoción. La emoción del buen teatro, de la buena música, de la buena danza, y, en este caso especialmente, esa emoción incomparable que Lorca sabía transmitir en la magia subyugante de sus versos más hermosos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de agosto de 2004