Como español residente en Inglaterra tengo pocas oportunidades de leer la edición Andalucía de EL PAÍS. No obstante, me gustaría tener la oportunidad de contestar a la carta enviada por el señor Campbell el 2 de agosto en relación al asunto de la descolonización de Gibraltar.
El señor Campbell realiza dos afirmaciones de dudoso rigor histórico:
En primer lugar afirma sin ninguna duda el derecho de autodeterminación de los gibraltareños. Esta afirmación está en contradicción con lo establecido en el Tratado de Utrech que establece en su artículo X: "Si en algún tiempo a la Corona de la Gran Bretaña le pareciere conveniente dar, vender, enajenar de cualquier modo la propiedad de la dicha Ciudad de Gibraltar, se ha convenido y concordado por este Tratado que se dará a la Corona de España la primera acción antes que a otros para redimirla". Por tanto, en el proceso de descolonización de este territorio, la soberanía debería revertir en todo caso a España que será la que decidirá la organización administrativa que le corresponda.
En segundo lugar afirma que el Reino Unido ha consultado con los naturales de las colonias el destino a dar a los territorios que administraba. Si bien es cierto que ocasionalmente así ha sido, no se puede afirmar que esta es la regla. Desde la devolución de Calais a Francia tras 211 años de ocupación, hasta la devolución de Hong Kong a China, pasando por la descolonización de América, de la India o de Irlanda, el Reino Unido ha adoptado las soluciones más acordes con sus intereses y con la situación geopolítica a la que se ha visto forzada.
Acierta el señor Campbell al decir que el tratamiento dado por España a los gibraltareños no ha sido el adecuado para ganarse su favor. La política de no confrontación y apaciguamiento no ha tenido ningún efecto hasta la fecha. Las propuestas realizadas por los últimos gobiernos al objeto de ganar un consenso en un marco de buenas relaciones no han tenido ningún fruto. ¿Es posible que una mayor apertura y un reconocimiento de la soberanía del Reino Unido sobre el territorio, permitiendo a sus actuales habitantes la plena integración en la Unión Europea manteniendo sus prerrogativas legales, conllevaría antes o después a la devolución de este territorio al Estado Español? Personalmente lo dudo. Quizá valdría la pena volver a plantearse el cierre de la verja y la imposición de tasas a las entidades financieras y jurídicas que utilicen la estructura legal gibraltareña.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 14 de agosto de 2004