Juan conoce una familia que durante un tiempo prácticamente se alimentó sólo de huevos duros. Voluntariamente, porque su hijo se había empeñado en investigar el grado de cocción y la textura exacta necesaria para conseguir los mejores huevos cocidos del mundo. Juan explica que este muchacho, científico nato, es miembro de INICE, el Instituto de Investigaciones Científicas y Ecológicas, una asociación que promueve la investigación entre los jóvenes.
Juan, director de esta asociación, recuerda cómo empezaron en 1975, "muertos de miedo, porque creíamos que eran pocos los que investigaban". Pero se equivocaron y la respuesta fue masiva, a pesar de que las ayudas eran nulas. "En 1987 aún enviamos a dos jóvenes a Quebec para explicar sus investigaciones, y a Francia un avión entero", rememora. Ahora las cosas van mejor, "pero hay que invertir más en los jóvenes, que no son un amasijo de problemas como muchos creen, sino gente con unas ganas locas de aprender", remacha en una caseta informativa en el Fórum.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 14 de agosto de 2004