Vaso de agua en una mano, pitillo en la otra y a presionar la tecla de la moviola de un viaje por Estados Unidos lleno de esos lances de letra pequeña que adornan el relato del que se fue y vino. El actor argentino se va de vacaciones, pero a la vuelta del verano podremos verle en Roma, su última película, dirigida por Adolfo Aristarain.
Un viaje con mil paradas relámpago como el suyo se merece que me brinde el primer titular.
Las cataratas del Niágara. En sí impresionan, pero están rodeadas de un complejo hotelero de los años cincuenta espantoso, y eso no sale en las películas.
El teatro le puso la pista sobre Nueva York.
Sí, ése fue el móvil del viaje. Queríamos ver la representación de La gaviota, de Chéjov, en el Central Park. Era gratuito y actuaba un elenco impresionante. Entre otros, Kevin Kline y Meryl Streep. Hicimos horas de cola y yo fui a buscar unos cafés. Al volver, mi novia estaba charlando con un primo mío argentino.
Mi abuela diría eso de que el mundo es un pañuelo.
Y tanto. Yo ni siquiera sabía que él vivía allí, de ilegal. Nos abrazamos y hablamos mucho tiempo, fue maravilloso. Yo le dije que se viniera a España y hoy vive conmigo. Después de Nueva York enfilamos a Las Vegas en tren, y cometí un pecado capital.
¿Lujuria, desenfreno, codicia?
Perdí las tarjetas de crédito. Las Vegas tenía un ambiente espectacular que me produjo cierta angustia. Tanto juego, alcohol y prostitutas, pero era digno de ver.Espero que no perdiera hasta la camisa con el juego. ¿Cuál fue su siguiente destino?
El Gran Cañón, Nevada, Utah... y un viaje en autobús a Los Ángeles, donde olía a pollo frito que era un asco.
¿Semejante olor le hizo huir espantado a San Francisco?
Qué ciudad más preciosa. Allí nos alojamos en un hotel supuestamente hippy con habitaciones llenas de cabezas de muñecas antiguas. Era espantoso. Por la mañana, la dueña del hotel se dedicaba a presentar a los huéspedes, y yo todo lo que quería era que me dejase leer la prensa.
Vaya, le gustan los placeres solitarios. ¿Qué tal conversador es en los viajes?
Pésimo, nulo. A cambio, me gusta caminar por las ciudades y si entro en un museo es para ver no más de diez cuadros. Si no, me saturo.
¿Qué mete en la maleta que no sea ropa ni útiles de aseo?
Libros y música. Soy bastante clásico: los Beatles y algún cantautor...
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 14 de agosto de 2004