Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Crónica:Atenas 2004 | Apurado triunfo del balonmano español

Un inicio inquietante

La selección de Argilés sufre al final ante un rival al que llegó a dominar por ocho goles

Atenas todavía pagaba la resaca de la fiesta de inauguración de los Juegos cuando el equipo de balonmano de España entraba en competición contra la correosa selección de Corea del Sur. No era un debut sencillo porque existe la leyenda de que los coreanos suelen amargar la vida a sus rivales en su primer partido. Lo habían hecho hace cuatro años, en Sidney, con Yugoslavia. Y ayer volvieron a conseguirlo, situando al equipo español contra las cuerdas y disponiendo de un balón, al final, que habría podido darles incluso el empate de no ser porque sonó la bocina cuando Lee se dirigía hacia el área de Barrufet. "Al final", afirmó el portero, "lo que cuenta es la victoria" "Pero es evidente que no podemos tener estos lapsos", prosiguió; "la defensa se relajó y tanto Hombrados [el otro portero] como yo lo notamos. La cuestión es que no nos vuelva a ocurrir".

ESPAÑA 31- COREA DEL SUR 30

España: Barrufet; Entrerríos (5), Garralda (2), Duishebáev (4), Hernández (4), Colón (4) y García (6, 2 de penalti) -equipo inicial-, Hombrados, O'Callaghan, Lozano, Juancho Pérez, Romero (1), Urios (2) y Ortega (3, 1p).

Corea del Sur: Kyung Tai Han; Tea Wan Kim (1), Sung Heon Kim (4), Kyung Min Yoon (1), Min Chul Park (2), Jae Woo Lee (5) y Won Chul Paek (6) -equipo inicial-, Kyung Shin Yoon (6) y Tea Young Lee (5).

Marcador cada cinco minutos: 1-3, 5-4, 8-4, 10-6, 13-9 y 17-12 (descanso), 21-14, 23-18, 25-24, 28-26, 29-27 y 31-30.

Árbitros: Bavas y Migas (GRE). Excluyeron a Lozano (España) y Kyung Shin Yoon (Corea del Sur)

400 espectadores en el pabellón Farilo.

El partido concluyó con el primer triunfo, 31-30, de España. De manera sorprendente, hubo muchas prisas por cerrar un encuentro que se anunciaba plácido para el equipo de Argilés cuando, superados los cinco primeros minutos de la segunda parte, ganaba cómodamente: 22-14. El equipo español no sólo funcionaba, sino que su juego ilusionaba.

Bajo la dirección de Duishebáev, el ataque movía el balón con soltura y culminaba sus acciones con un excelente aprovechamiento de sus posibilidades: la presencia de la segunda línea era manifiesta, recibía balones. Colón, el pivote que salió de titular, y Uríos, el cubano que debutaba con España, realizaron un buen trabajo no sólo como finalizadores, sino también como piezas de rotura de la defensa coreana. En la pista había fluidez, contraataques y acciones de calidad españolas: algunas roscas, pases al pivote, lanzamientos de cintura... Todo demasiado bonito.

El partido estaba encarrilado. Pero entonces Argilés comenzó a mover el banquillo, a cambiar las posiciones de varios jugadores, a dar excesivos descansos a los titulares..., y el equipo acabó perdiendo el equilibrio. "Yo creo", explicó el seleccionador, "que lo que realmente nos ha cortado el ritmo han sido las exclusiones. Después hemos perdido algunos lanzamientos en la línea de los seis metros y Corea ha mejorado tanto en intensidad como en calidad".

La consecuencia de tanto cambio fue que la selección española pasó de ganar por una diferencia de ocho goles a que Corea la empatara a falta de doce minutos (26-26). Y el encuentro se convirtió en una tragedia porque todas las deficiencias, especialmente defensivas, del conjunto adquirieron nitidez. "Tal vez haya sido mejor así", concluyó Argilés, "porque, en caso contrario, estaríamos engañados". Si sirve como lección puede incluso ser positivo. Pero, si lo que se vio es un síntoma de los males que tiene el equipo, los próximos partidos pueden convertirse en un calvario.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 15 de agosto de 2004