Los choques entre el Gobierno y la oposición, durante el proceso de validación de los 2,4 millones de firmas requeridos por la Constitución para convocar el referendo revocatorio de ayer, determinó la aplicación de cautelas en la emisión del voto sin precedentes. Más de 11.000 máquinas cazahuellas, además del dedo entintado, impidieron que una persona pudiera votar más de una vez. Los sondeos de opinión indican que el voto oculto, los indecisos, los llamados en Venezuela "ni-ni", decidirán la victoria.
Los electores debieron estampar la huella de sus dos pulgares en la pantalla de un ordenador para su registro y captura en el cerebro del sistema informático. Caso de que intentaran votar en otro colegio, sería imposible porque al introducir el número de su carné de identidad en el sistema, que abre la pantalla de impresión de las huellas, el propio sistema lo delataría. El proceso sacó de quicio a muchos. "Por favor, pulse otra vez sobre la pantalla, que tiene grasa en los dedos". Rafael Paez, de 60 años, votante de Chávez, tuvo que hacerlo en cinco ocasiones porque le sudaban los dedos.
El electorado de oposición no estuvo muy de acuerdo con la cautela porque la percibió como traba promovida por el Gobierno para retrasar las votaciones y conseguir que los más impacientes acabaran marchándose. "La culpa de toda estas horas de espera son los cazahuellas esos", protestaban. El oficialista Jorge Rodríguez, miembro del Consejo Nacional Electoral (CNE), fue el principal impulsor de las máquinas porque, durante el firmazo, "hubo el caso insólito en el que la huella de una persona respaldaba la identidad de otras 32".
Arengas para votar
Los electores tuvieron dos opciones, el sí a la revocación de Chávez o el no, pulsando el botón de una máquina que contabilizó las respuestas y emitió un recibo en papel con la decisión tomada, que fue depositado en una urna. Dianas, petardos, bocinas y arengas convocaron, de madrugada, a los venezolanos. "¡A despertarse que comenzó la Batalla de Santa Inés!", se instó por megáfono en la urbanización Santa Mónica, en el sur de Caracas. Chávez denominó el 15 de agosto el día de la Batalla de Santa Inés, uno de los combates del siglo XIX que llevaron a la independencia de Venezuela, encabezada por Simón Bolívar, inspirador del presidente. La oposición hizo lo propio: "¡A despertarse! Hoy es el gran día!".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 16 de agosto de 2004