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Reportaje:ES EL MOMENTO DE... | PROPUESTAS

Aragón cisterciense

Santa María de Veruela, la abadía de Rueda y el monasterio de Piedra. Tres ejemplos que forman una ruta para empaparse de la herencia de la orden del Císter por tierras zaragozanas.

Entre los muros desnudos de una celda de la abadía de Santa María de Veruela, Gustavo Adolfo Bécquer tuvo entre 1863 y 1864 la inspiración para escribir sus célebres Cartas desde mi celda. Como testimonio del paso del poeta sevillano, la cruz de Bécquer aún da la bienvenida al visitante de este ejemplo del románico cisterciense del siglo XII situado a los pies del imponente Moncayo, techo de la cordillera Ibérica. En la cruz de Santa María de Veruela puede comenzar o terminar la sugerente ruta que propone Turismo de Aragón para empaparse del rigor de la arquitectura cisterciense zaragozana, y que recala, además de en Veruela -de 1141 y primera fundación de la orden en la provincia-, en los monasterios de Piedra y de Rueda. Esta ruta permite rastrear la herencia de la orden cisterciense, que esculpió en piedra los ideales de recogimiento, austeridad y abandono del mundo que la inspiraron desde su creación en 1098, año en el que un grupo de monjes benedictinos fundó un monasterio en un solitario paraje de la Borgoña francesa, cuna de la arquitectura cisterciense.

Desde Francia, la orden se extendió a través de la frontera por tierras aragonesas, adonde llegaron monjes de la abadía pirenaica de Girmont para fundar en 1202 el monasterio de Rueda, siguiente parada de la ruta. Hoy reconvertido en hospedería de cuatro estrellas a los pies del río Ebro, el conjunto, compuesto por una iglesia y un palacio abacial, se articula alrededor del claustro y de una torre de inspiración mudéjar del siglo XVII.

A unos 170 kilómetros, el monasterio de Piedra, fundado en 1194 y rehabilitado ocho siglos después, se halla incrustado en el húmedo paisaje del parque natural de Piedra, que exhibe la frondosa vegetación y los umbríos encantos de las cascadas del río del mismo nombre. La abadía también se ha reinventado en un hotel en el que se intuye la vida monacal del medievo al pasear por el claustro -obra notable del gótico, con bóvedas de crucería y arcos apuntados-, las celdas, la sala capitular o la cripta, convertida en Museo del Vino de la denominación de origen de Calatayud.

- Información: 902 477 000; www.turismodearagon.com.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de agosto de 2004