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Editorial:

Dos caras de Alemania

La economía alemana presenta dos caras, una preocupante y otra esperanzadora. Por una parte, la Oficina de Estadísticas ha apuntado que el déficit público superó el 4% en el primer semestre de este año, con lo que, previsiblemente, por tercer año consecutivo, Alemania va a incumplir el Pacto de Estabilidad obligado por la Comisión Europea. Volver a situarse por debajo del 3% en 2005 va a resultar mucho más difícil. Al ser la mayor economía de la eurozona, el problema alemán se puede convertir en un problema de todos, especialmente si sigue aumentando su inflación.

Parte de la razón de este incumplimiento está en la reunificación, que aún sigue sin estar lograda. Y es justamente en la antigua Alemania del Este donde se producen la protestas más constantes -manifestaciones todos los lunes- contra los recortes sociales del Gobierno de Schröder. Hoy, el Este se ha convertido, como algunos temían, en el Mezzogiorno de Alemania y en un lastre para el conjunto de la economía del euro, en vez de la blühende Landschaft (paisaje floreciente) que prometía el entonces canciller, Helmut Kohl. Mientras los países centroeuropeos han luchado, y siguen en ello, por salir del pozo por sí mismos, los alemanes orientales han puesto desde un principio sus ilusiones - que no sus esfuerzos- en el hermano rico occidental, omnipotente, que habría de salvarlos de la miseria. Ha sido un terrible autoengaño.

Durante años los alemanes han vivido por encima de sus posibilidades. Las reformas estructurales, que comportan recortes sociales, han tardado demasiado y se han quedado a medias. Aun así son discutidas por una parte importante de los socialdemócratas. Pero finalmente, llega una buena noticia: en el segundo trimestre del año, el producto interior bruto de Alemania ha crecido en un 0,5% respecto al anterior, en que ya había aumentado en un 0,4%. El giro, que ha venido principalmente por la exportación, abre esperanzas, pero se requiere mucho más, especialmente ante los nubarrones del precio del petróleo, para que Alemania se recupere; y no digamos para que vuelva a convertirse en locomotora de la economía europea.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 26 de agosto de 2004