La selección italiana de fútbol consiguió ayer la medalla de bronce y acabó con los sueños de Irak, tras vencer por 1-0, gracias a un gol de Gilardino en el minuto 8. Irak, que llegó a Atenas como cenicienta del torneo, acabó por convertirse en la auténtica sorpresa al entrar en la lucha por las medallas. Argentina primero (en semifinales) e Italia, en la disputa por el bronce, dos de los favoritos, le apartaron de lo que habría sido la culminación de un sueño imposible. Al menos, el equipo iraquí ha aportado las únicas alegrías a un país que siguió apasionadamente a su selección.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 28 de agosto de 2004