Los castillos de arena duran lo que tarda en subir la marea y derrumbarlos con la primera ola. Pero, a pesar de su efímera vida, los niños que ayer participaron en el VIII Concurso de Castillos de Arena en la playa de Gorliz se esmeraron para levantar sólo con la ayuda de sus manos almenas y torreones que emulaban las más imponentes fortalezas reales o imaginadas. El día soleado y la buena temperatura contribuyeron a hacer de este último sábado de agosto una fiesta en la que disfrutar del juego y de la playa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 29 de agosto de 2004