¿Cómo es posible que con anterioridad a los años ochenta, y desde hace siglos, los fuegos se hayan combatido sin ningún medio, sólo con escobas hechas de la misma vegetación, sin medios de transporte, móviles, hidroaviones, helicópteros y sin bomberos? Los hombres del campo, de los pueblos y aldeas (y alguna que otra pareja de la Guardia Civil) combatían los incendios y difícilmente duraban de un día para otro, con el único instrumento de unas escobas de ramas, pues teníamos la inteligencia de dar contraincendios, lo único eficaz para apagarlos, y ahí están las pruebas, pues antes de los ochenta teníamos en España miles y miles de hectáreas y bosques milenarios, con los únicos cuidados de los hombres del campo, todos analfabetos.
Por ello, queremos una explicación de por qué hoy, señores catedráticos de incendios, expertos de la Junta, ecologistas, disponiendo de helicópteros, bomberos, hidroaviones, teléfonos móviles y hasta ordenadores para saber la situación de los incendios, se nos está dejando sin bosques y están haciendo de España un auténtico desierto, y todo esto desde que, curiosamente, a partir de los ochenta se nos apartara de las zonas rurales y se hiciera cargo el Estado y se crearan retenes de incendios y se prohibiera dar contraincendios, que es lo único eficaz para combatirlos.
¿Por qué si antes de los ochenta apagábamos los incendios sin cobrar una peseta y nunca se quemaban tantas hectáreas en un solo fuego, ahora, con tantos técnicos y constando tantísimos millones al Estado ocurre todo lo contrario? La forma de actuar ahora en los incendios no es la correcta. Exigimos que durante el invierno se limpien los bosques de árboles y matorrales secos, como se hizo siempre, incluidos parques naturales, y no prohibir a los aldeanos que cojan la leña seca de los campos como ahora se hace.
Me ofrecería voluntario a enseñar las técnicas de los contraincendios a los responsables de apagar los fuegos. Si no cambian de métodos, serán ellos los responsables de que se quemen tantas hectáreas y de llevar a España a un desierto en pocos años.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 31 de agosto de 2004