Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
OPINIÓN DEL LECTOR

Agresividad

Son las 21.30, estoy en un parque paseando con mi perro, nos acompañan un chico en bicicleta y una mujer patinando. Rock es un boxer de siete años demasiado sociable, bastante equilibrado y juguetón. No se aleja demasiado, y si se acerca alguien, lo llamo. Si observo movimiento en el parque y para evitar molestias a las demás personas, lo ato. El caso es que se nos acerca un grupo de cuatro personas, matrimonio de mediana edad, con hija y yerno de unos treinta y tantos. Como digo, se dirigen hacia nosotros, por lo que me dispongo a llamar y a atar a Rock. Éste responde a mi llamada y, dada la cercanía del grupo, nos encontramos todos a corta distancia; Rock, a mi lado, y ellos, a escasos metros. Suficiente para escuchar y recibir todo tipo de insultos y amenazas por parte del cabeza de familia. Educadamente, pido que no me insulte y la respuesta son más insultos. Se unen una crecida esposa y un pedrusco de que amenaza con terminar en mi cabeza o en la de Rock.

Ante semejante panorama, decido batirme en retirada, alejarme unos metros y recapacitar sobre lo ocurrido. ¿Qué nos esta pasando? ¿Por qué tanta agresividad? ¿Qué hubiera ocurrido si me pongo a su altura?

Me voy a mi casa y a lo lejos veo al civilizado ciudadano emprenderla a patadas con otro perro.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 31 de agosto de 2004