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Carpintero, vigilante de seguridad e intérprete

Christian Jurable tiene un gesto risueño, típico de las personas en las que se puede confiar. Y lo sabe. Este joven de 24 años nació en Sebes, una localidad de Transilvania (Rumania). Son dos hermanos y él es el mayor. Estuvo viviendo en su país hasta los 18 años. Sin embargo, dos cosas cambiaron su vida: suspender el examen de ingreso en la Academia Militar, y vivir en un país con escasos recursos.

Fundamental en su vida fue un tío que emigró a Alcalá de Henares. Este familiar fue el que le buscó una habitación en la ciudad complutense. Al principio trabajó de carpintero en una empresa de venta y montaje de muebles. Sin embargo, eso le duró poco, y pronto firmó un contrato con una empresa de seguridad. Primero como auxiliar y después como vigilante. Ya apuntaba maneras de su gran ambición: ser policía nacional. Le tocó estar al frente de un laboratorio farmacéutico de Azuqueca de Henares, donde la vida transcurría con tranquilidad.

Sin embargo, su futuro estaba en ser intérprete para la policía y los jueces. Esto lo consiguió gracias a que conoció a un agente del Grupo de Extranjería, que le sugirió esta especialidad. Habla inglés, rumano y español a la perfección. Por cada hora de trabajo cobra 36 euros, menos impuestos.

"El día del secuestro estuve precisamente en la comisaría. Salí 15 minutos antes de que me llamaran por teléfono. Me sorprendió ver a todos los agentes en alerta, como muy nerviosos, pero no les quise preguntar nada porque me iba ya a casa", recuerda Jurable. Después llegaron las horas más largas que ha vivido en los últimos años.

Y es que Jurable parece estar llamado hacia los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Conoció a su novia hace cuatro años en una discoteca de Alcalá y fue él quien animó a la chica a hacerse policía, cosa que conseguirá antes que él. Viven juntos en un piso que compraron.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 31 de agosto de 2004