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QUINCENA MUSICAL DONOSTIARRA

Lo divino y lo humano

Como un bálsamo, en medio del desfile de grandes orquestas, la Quincena Donostiarra ha cerrado su ciclo de cámara con una velada musical absolutamente deliciosa. Por las obras escogidas, desde luego, con piezas de Tomás Luis de Victoria y Juan Hidalgo, a modo de cabezas de serie de lo divino y lo humano en nuestro siglo de oro, pero también por la categoría de los intérpretes, un trío excelente formado por Carlos Mena, Juan Carlos Rivera y Carlos García Bernalt.

Ha estado fina la Quincena en esta edición en su atención al mundo de los contratenores españoles. Hace unos días, el valenciano José Hernández Pastor hizo un recorrido poético-musical por el siglo XVI en el pórtico de la iglesia de Santa María de los Reyes de Laguardia, en plena Rioja alavesa, dentro de un original ciclo sobre música y vino.

Carlos Mena ha preferido acentuar el contraste entre lo sagrado y lo profano en su retrato musical de los siglos XVI y XVII en España, estilizando el mundo de la polifonía renacentista para mostrar, por así decirlo, el dibujo, el trazo, las líneas musicales en su expresión más desnuda.

Suena así Tomás Luis de Victoria cercano y distinto, casi como un descubrimiento. Fue hechizante la lectura de O magnum mysterium y verdaderamente arrebatadora la de la Salve regina. Música de extraordinaria intensidad en su aparente sencillez, música de inmensa espiritualidad, alcanza con el trío Mena-Rivera-García Bernalt unas altas cotas de belleza directa y serena.

En la segunda parte, con resonancias teatrales de Lope de Vega o de Calderón, se lucieron en sus intervenciones solistas los dos instrumentistas, Carlos García Bernalt con un pasacalles de Cabanilles y Juan Carlos Rivera con un fandango de S. de Murzia.

Carlos Mena redondeó su paseo musical con un tono más distendido, por supuesto, pero sin prescindir para nada del rigor historicista. Es un privilegio escuchar a intérpretes a los que les funcionan igual de bien la cabeza y el corazón. El contratenor vitoriano es uno de ellos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de septiembre de 2004