Pronuncio las palabras del rito de la tribu. Odio profundamente lo que hacen los guerrilleros chechenos en Osetia. Digo "condeno", como mandó Aznar para no ser sospechoso y si se pronuncia la palabra "negociar", que tan caro nos cuesta aún a los que la pedimos. Estas fórmulas del régimen pasado (¿?) y sus pensadores de voz chillona son obvias y ridículas: cómo no va uno a odiar el asesinato; y a veces repito que el asesinato político es el peor. Salvado así con mi sinceridad, escribo: Putin lleva muchos años cometiendo un genocidio en Chechenia, se ha negado a negociar, ha falsificado las elecciones y no es distinto de Stalin ni de los zares, mata con facilidad. Los puntos fijos de las cuestiones, tan envenenados por Aznar y Bush -que siguió gritando ayer en Nueva York sus sofismas peligrosos-, son éstos: los culpables del terrorismo son los terroristas. Antes los aznáridos han emitido lo del "autor intelectual", que es una continuación del "X" al que acusaban de los problemas del GAL. No quieren oír que los autores intelectuales del 11-M son ellos por declarar una guerra injusta. Las guerras son ahora así: como antes. ¡Viriato! (ensalzado por Jiménez Losantos en Los nuestros, los suyos: "Puede decirse también que murió por pactar, pero eso no lo acredita como centrista póstumo". No confundamos: y sepamos que un pacto es una derrota: y el centrismo, antipatriótico).
Vemos cómo pasan por nuestras ventanas al mundo real cadáveres de niños, y no sentimos culpabilidad (ni intelectual) por ello. Nos cuentan que los jefes de torturadores de Estados Unidos ordenaban lanzar perros adiestrados contra niños de Irak. El gesto que más nos hiere es el que se ha elegido precisamente una escuela: que aniquilar niños forma parte deliberada del arte militar. Para que no dejen semilla. Las madres de Numancia arrojaban sus hijos a las llamas antes que darles al enemigo: había un dibujito en mi enciclopedia infantil con llamas y niño cayendo, que me preocupaba. Pregunté a mi madre si ella haría semejante cosa, y me aseguró que no. Leo en José I. Lago, autor de una Historia universal, octavo grado: "El sacrificio de sus habitantes, su generosa entrega a una causa intemporal ha quedado registrada en nuestros genes indeleblemente. Mientras un solo español viva, Numancia también vivirá". Eternamente. No me parece que yo sea ese español de mierda.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 3 de septiembre de 2004