El diálogo Movimientos humanos e inmigración ha reunido un grupo muy significativo de académicos, políticos y representantes sociales del gran universo de la inmigración mundial. En el seminario dedicado a comunidades transnacionales y diáspora, se habló, por un lado, de las llamadas "cadenas globales de cariño" generadas por las mujeres que dejan a sus hijos en sus lugares de origen y, buscando un futuro mejor, pasan a ocuparse en sus lugares de destino de labores como cuidar ancianos, enfermos, niños, ocuparse de las labores domésticas... El cariño que ganamos aquí lo pierden otros en algún lugar, generándose familias transnacionales con lealtades y fidelidades múltiples y a veces contradictorias. Otros abundaron en el tema del transnacionalismo, aportando datos sobre las remesas económicas que mandan los inmigrantes a sus países y el desarrollo que pueden generar. Se constata que lo que para muchos especialistas significa la vinculación inmigración-codesarrollo, para los inmigrantes tiene una dimensión mucho más doméstica. Sus ahorros se destinan a mejorar la situación de su red familiar, y preparar potenciales retornos, que si se producen no implican generalmente el cesar su actividad-relación con el país receptor, y siguen con una dimensión transnacional que mantiene lealtades y vínculos en ambos lados. No menos significativo fue la parte dedicada a los aspectos políticos del transnacionalismo, con voluntad de intervención y de reclamación de derechos aquí y allá, con lo que significa para una concepción del estado-nación y de ciudadanía-lealtad en exclusiva, que hace aguas por momentos. En el Fondo de Santa Coloma, chinos, magrebíes y latinos practicaban esa diáspora de lealtades en directo y en silencio, ajenos al protagonismo que estaban teniendo a pocos minutos de sus casas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 5 de septiembre de 2004