El calendario presenta seis grandes premios por disputarse y la situación en la máxima categoría del motociclismo mundial es prácticamente inédita. Nunca a estas alturas Valentino Rossi tuvo a un rival tan cerca en la clasificación general como tiene ahora a Sete Gibernau. Diecisiete puntos separan al italiano del español, una diferencia menor. En 2001, la distancia entre los dos primeros, Rossi y su compatriota Max Biaggi, era de 29 puntos. Un año después, con los mismos protagonistas, las circunstancias eran aún más favorables para el campeón: 91 puntos separaban a uno y otro. La pasada temporada, ya con Sete ocupando un hueco entre los mejores, Rossi gobernaba con 34 puntos de ventaja sobre el español, el doble que en la actual.
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"Mi planteamiento es muy claro: centrarme en mí y olvidarme de lo que haga Vale", sentenciaba ayer Gibernau cuando era interrogado sobre cómo se desarrollará la carrera de hoy. "Si yo lo hago perfecto, ¿qué más da lo que hagan los demás". Lo cierto es que no es el de Portugal el circuito favorito del piloto español. Hace dos años se fue al suelo cuando viajaba primero por culpa del temporal que cayó sobre Estoril. Y el pasado año finalizó cuarto y la victoria fue para Rossi, que definitivamente se escapó en la general.
Con Sete tercero en la parrilla de salida, superado por Rossi, segundo, y un sorprendente japonés Makoto Tamada, la lluvia podría dictar hoy sentencia. El piloto español ha conseguido algunos de sus mejores triunfos con el asfalto empapado. Las cuentas de Sete pasan por quedar hoy delante de su gran rival. Echando la vista al futuro, el español considera que de los cinco grandes premios que quedarían uno le favorecería a él, el de Japón, otro a Rossi, Australia, mientras los de Qatar y Malaisia son una incógnita. Y, como traca final, Valencia, donde Sete espera llegar con las posibilidades intactas, "y esa carrera será una lotería", sentencia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 5 de septiembre de 2004