Después de 65 años mi padre empezó, con mucha illusión, a tratar de recuperar los restos de su abuelo, una de las personas más ancianas del país ya que con 114
años no hay constancia oficial de su muerte, ocurrida el 23 de mayo de 1939.
El día 12 de julio de este año comenzó, por parte del Proyecto Recuperación de la Memoria Histórica, las excavaciones en Talarrubias (Badajoz), con el fin de intentar localizar a esos muertos sin tumba que fueron apartados de sus familias y más tarde asesinados en la noches del 17, 23 y 28 de mayo del 39. 42 personas que fueron fusiladas en esas tres madrugadas y de las que nunca más se supo nada.
A pesar de los enormes esfuerzos realizados por todo el grupo de trabajo no ha sido posible localizar ningún resto, con el dolor que ese hecho ha ido representando cada día para las familias, que veían sus esperanzas poco a poco frustradas.
Aunque ciertas instituciones han colaborado con este proyecto aún persiste en el pueblo un ambiente de miedo, faltan las declaraciones de los supervivientes de esa generación, que saben dónde están enterrados y que no se deciden a ayudar a una familias que lo único que queremos es saber. Saber dónde murieron, poder enterrarlos y tener un lugar donde ir a demostrar nuestro duelo. Buscamos cerrar heridas. Para que un país pueda progresar en paz tiene que estar reconciliado con su pasado, y la evolución del nuestro se ha basado en el olvido sistemático de los desaparecidos y asesinados de un único bando. Ése es nuestro único fin y, a pesar de las dificultades que podamos encontrar por el camino, seguiremos luchando por restituir la memoria de nuestros olvidados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 5 de septiembre de 2004