Otra vez, y es la segunda, que llego a la prueba final de las oposiciones a Tecnología. La primera vez me quedé sin plaza y también sin saber el por qué, pero me consolé pensando que no tenía puntos como interino cuando te aplican el concurso (la tercera fase).
Este año, hace unos días, me he vuelto a ver en la llamada "encerrona" con un panorama esperanzador: 6,32 puntos en la primera prueba y un 6,70 en los méritos de la fase de concurso. Sólo me bastaba un cinco para obtener plaza.
El tribunal número 2 me ha bajado la nota artificialmente para que no pudiera pasar. Llevo seis años de interino y no consigo reponerme de tamaña injusticia.
El que quiera puede comprobar cómo en muchísimos tribunales sólo aprueban el número de opositores equivalente a las plazas que se han previsto. ¿No es mucha casualidad que justo aprueben el número de plazas que hay? ¿Es que los interinos, a los que nos vendieron que este concurso nos favorecía, no teníamos derecho a disfrutar de ese concurso? No nos engañemos, seguimos en la Andalucía de la llamadita y, lo que es peor, el misterioso poder seductor de las academias bien conectadas.
Penoso lugar aquél en que se cometen atropellos a la justicia de este calibre. Y no podemos hacer nada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 6 de septiembre de 2004