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PASARELA GAUDÍ

Victorio & Lucchino dan brillo a un hombre lujoso y contemporáneo

Gaudí contó ayer con la primera colección de hombre de Victorio & Lucchino y el estreno de Josep Abril como diseñador de la serie masculina para Armand Basi. Las estadísticas revelan que mientras la moda de mujer se mantiene en una frágil estabilidad, la de hombre crece discretamente y acepta los productos de línea vanguardista dentro de ese segmento que se mueve hacia arriba. Buena noticia que los sevillanos han llevado a su terreno, a su sueño de rancios señoritos devueltos de golpe al siglo XXI, transformados en exquisitos macarras metrosexuales y evolucionados con una ropa impecable en la factura y llena de poesía, de evocación y de canto a una masculinidad que no se resigna a mantenerse quieta. Con el blanco, las rayas, los trajes cruzados borsalino o de dos botones, el aire tuxedo de un botón para las americanas de fiesta en negro o de denim gastado, las camisas de topos, los pañuelos de seda vieja evanescente, las cinturas tentadoramente bajas y los cinturones de terciopelo: mil detalles que llegan al abanico de caballero en el bolsillo y a unos trajes blancos de gran impacto. El resultado es un hombre ciertamente altivo, pero muy bien vestido, avituallado para la batalla de la seducción.

Armand Basi estrenaba también diseñadores: Miriam Ocariz en la colección de mujer y Josep Abril en la de hombre. Mientras Ocariz se mantiene en una tierra de nadie, Abril iba más lejos y racionalizaba su propuesta en los hallazgos y cierta transgresión que tiene sus momentos más altos en el vaquero-falda-pareo, el punto ligero muy evolucionado, la gráfica usada a discreción, los petos desestructurados y una estupenda gabardina tecnológica.

Años cincuenta

El diseñador catalán Josep Font, en el cierre de la primera jornada, se inspiró en los años cincuenta para conseguir piezas muy elaboradas y trabajadas a mano. Esta nueva colección, El árbol de los deseos, mostró sus siluetas clásicas, vestidos, faldas y chaquetas muy cortas. El catalán apostó por las gasas y el cuidado de los detalles (botones forrados, cuellos, ribetes). El rojo vivo y el verde siguen siendo los colores de Font.

Y ya en el segundo día, Esteve Sita Murt abrió con una colección que tuvo como protagonistas las faldas y sus vuelos, también al estilo de los años cincuenta y funcionales pantalones bombachos. También desfilaron Guillermina Baeza, con nudos y lazos para bañadores y triquinis; Hannibal Laguna con una inmersión profunda en el negro y el aceituna, los oros viejos y un barroquismo evocador dentro de la provocación, y Lydia Delgado con una reafirmación de sus calidades, se inspire donde se inspire, quizá en su mejor colección en mucho tiempo. Cerró Spastor con su lenguaje oscuro, una prueba de que la moda puede jugar al hermetismo, a secretear y a urdir trampas amables al consumidor.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 8 de septiembre de 2004