El presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, afirmó anoche en Mérida que la región se ofrece para "frenar" el "vendaval de adjetivos" con el que, dijo, algunas comunidades autónomas pretenden distinguirse del resto y lograr "réditos dinerarios". Rodríguez Ibarra hizo este ofrecimiento en el transcurso del acto institucional de celebración, mañana miércoles, día 8, del Día de Extremadura, una ceremonia en la que entregó las Medallas de la comunidad a, entre otros, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, como reconocimiento de la entereza de su pueblo ante los atentados del 11-M.
El presidente extremeño explicó, en cuanto a las diversas peticiones de cambio de los estatutos de autonomía, que el país asiste a un "baile de nombres" protagonizado por diversas regiones cuyos gobernantes tratan de, señaló, conseguir ventajas de todo tipo. "En cuanto uno ha levantado la veda y ha invitado a otro al club de los privilegiados, han saltado otros a pedir su adjetivo, a recordar su carácter histórico, a exhibir blasones apolillados, a querer ser nacionalidades y cosas así, al pillaje más absoluto".
A su juicio, esta actitud tiene un origen "infantil", el de "buscar insistentemente un cambio de nombre que haga aparecer como algo distinto de lo que se es", y es nociva para el país porque "desconcierta" a quienes pretenden lograr nuevas denominaciones para sus territorios y "confunde a quienes tenemos que relacionarnos con ellos".
En esta "puja por acceder a los adjetivos más rimbombantes", continuó, se ha llegado a querer ser "nación, nacionalidad, comunidad nacional, nacionalidad histórica, nación cultural, región próspera, región periférica, región atlántica o euroregión", a lo que agregó que "o español o no español, esta es la cuestión".
En esta línea, explicó que, aunque "nadie está obligado a aceptar la España de hoy tal y como es", y se pueden plantear "debates o reivindicaciones", "lo que no aceptamos es que, desde una posición no española, se pretenda reducir, dividir o erosionar el territorio español". "Aquellos que no la quieren deberían individualmente pedir su renuncia a ella, sin pretender arrastrar a todo un pueblo a esa renuncia. En caso contrario se entenderá que se quiere ser español".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 8 de septiembre de 2004