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OPINIÓN DEL LECTOR

El futuro de Villalbilla

Vivimos en Villalbilla. No sabemos por cuánto tiempo. Nos gusta vivir en el campo y el campo se está extinguiendo en nuestro término municipal. Nuestro alcalde, que desde que se acercó al poder se aferró a la Concejalía de Urbanismo sin capacitación profesional conocida para ello, solamente la ha dejado después de tenerlo todo atado y bien atado. Ahora, desde la atalaya del nuevo Ayuntamiento que se ha construido y con el nuevo sueldo que se ha asignado, contempla complacido cómo se cumple su sueño de gobernar una gran ciudad, una ciudad como él se merece: con miles de casas más, con la población quintuplicada y crecimiento industrial desbocado.

Confunde, palomita entre halcones inmobiliarios, la riqueza con el dinero, la calidad con la cantidad y la grandeza con el tamaño, y nos cambia crecimiento por masificación y belleza de todos por negocio para algunos.

Se lamenta, consternado, cuando hay algún accidente mortal en nuestras carreteras M-300 y M-204, pero olvida que 5.000 viviendas nuevas en una localidad como la nuestra suponen prácticamente 10.000 coches más, que, sumados al tránsito de los centenares de coches y camiones que generará la nueva zona industrial, implican un incremento brutal del tráfico y del riesgo que sufriremos los usuarios de estas vías.

Para nosotros, el sueño del alcalde se convierte en una pesadilla en la que aparecen: deforestación, desmonte, descampado, laderas convertidas en precipicios, construcciones al pie de los barrancos, daños consentidos en zonas verdes protegidas y el triunfo final del hormigón y el ladrillo. ¡Que no pare la máquina!... Hasta que reviente.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 8 de septiembre de 2004