Pintaba mal el viaje del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, a Argentina. La entrevista publicada la semana pasada por este diario en la que anunciaba que "exigiría" al Gobierno argentino un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no sentó nada bien en el país suramericano. Le faltó tiempo al canciller Rafael Bielsa para pedir explicaciones por el uso de la palabra "exigir". Como era de esperar, el ministro tuvo que contestar en Buenos Aires, el pasado jueves, a más de una pregunta al respecto. "Espero que el próximo Congreso de la Lengua Española aclare el significado de la palabra exigir", ironizó para zanjar la cuestión.
Contra todos los pronósticos, Moratinos esperó apenas 15 minutos en la Casa Rosada antes de ser recibido por el presidente Néstor Kirchner, conocido por los largos plantones a sus visitantes. La delegación española salió encantada de la reunión y del trato recibido. La primera misión oficial a Argentina del Gobierno regresa a España con una buena dosis de optimismo sobre el futuro del país suramericano, que no coincide con el panorama sombrío que dibujaron los representantes de empresas españolas. El ministro Moratinos ha desembarcado por primera vez en Argentina y está dispuesto a dar una oportunidad al Gobierno de Kirchner. Una fuente de la delegación española recordaba los pocos amigos que tiene hoy en el mundo el presidente argentino.
En una apretada jornada con numerosas reuniones, se pusieron sobre la mesa los temas más ásperos y en todos ellos hubo más acuerdo que divergencias, según ambas partes. En el asunto más espinoso -las quejas de empresas españolas por la falta de seguridad jurídica y de un marco regulatorio-, el Gobierno argentino prometió un cambio de actitud. Moratinos y su equipo creen que Argentina mejorará su oferta a los acreedores privados en la negociación sobre la deuda externa, y que llegará a un acuerdo con el FMI.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 12 de septiembre de 2004