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Tribuna:VISTO / OÍDO

La cultura guerrera

Si se votara hoy en Estados Unidos, ganaría Bush: 57 / 42. Si votásemos los europeos, ganaría Kerry. Sin matices, blanco frente a negro, hay una amplia división de lo que antes se llamaba Occidente. La política de Bush crea el miedo sobre la población, y el último gran salto ha sido en la Convención, para la que ha elegido Nueva York y la ha mezclado con el recuerdo del 11 de septiembre. En España, el 11 de marzo hizo que el miedo despidiese a Bush (Aznar) porque su entrada en guerra, su proclamación de las mentiras consecuentes y de las simultáneas, indignaron a más personas. La actitud del expulsado y ahora regresado, cargando el desastre a otros con esfuerzos sobrehumanos, indicaba que sabía que la atroz autoría islámica recaería sobre él.

Es, más o menos, la situación europea, y es la que hoy favorecería a Kerry. Es mucho esfuerzo favorecer a Kerry: un candidato malo, indeciso, que no quiere perder los votos de los guerreros y hace muecas militares. Su única ventaja es que es el otro: el contrario de Bush, hombre que durante toda su presidencia ha sido acusado de inepto, de tonto de chascarrillos: y que ahora, por meter al mundo en una guerra de civilizaciones y de religiones, es el favorito. No lo es sólo por eso, lo que acabo de decir es insuficiente: el miedo enorme les hace elegir a quien prefiere seguridad a libertad, y crea restricciones y defensas contra una guerra que puede llegar al territorio que ya fue atacado. Las fotografías de los mil soldados muertos hasta ahora no han causado la reacción lógica de querer detener la guerra y tratar de elaborar una concordia, como pasaría en Europa, y en España sin duda, sino la de vengarlos. La muerte de esos hombres se ha producido porque su comandante general les envío a una guerra injusta; pero parece que esa misma muerte ha convertido en justa la guerra.

Es una paradójica cultura histórica, renovada por la filosofía cinematográfica: el país de la conquista del Oeste, del Álamo, del general Custer, en el que las armas domésticas -hasta el Kaláshnikov- vuelven a venderse libremente. La cultura de Europa es la de un continente diezmado por siglos de guerras, y por los tiranos asesinos de los regímenes colectivistas, y los bombarderos atroces de los democráticos. (No está todo terminado. De aquí a la votación pueden pasar mil cosas. Pero pueden ser, también, peores: favorables a Bush).

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 13 de septiembre de 2004